El pasado fin de semana hice mi primer viaje a Petra, la que ha sido mi segunda maravilla del mundo moderno después del Coliseo romano... ¡por fin Indiana llegó al escenario de su última cruzada! No quiero ser muy descriptivo con el enclave en sí, ya que espero que todos visitéis este lugar que no decepciona lo más mínimo. Según me monté en caballo en la entrada y caminé entre las abruptas paredes del Siq, no dejaba de sonar en mi cabeza el tema de las películas de nuestro querido aventurero.
Adentrarte en Petra en busca del tesoro es una experiencia que no tiene parangón. La principal diferencia que ví con respecto a otros sitios en los que he estado es que no me costó lo más mínimo -a parte de sentirme como Indiana jones- imaginar cómo fue la vida hace más de 2000 años cuando los nabateos la construyeron y vivieron allí. La majestuosidad del lugar no sólo radica en el espectáculo que suponen sus numerosas ruinas, sino en todo su conglomerado, las geniales vistas que aparecen ante nuestros ojos de una extensísima ciudad en medio del desierto, ¡que además estuvo abandonada y olvidada durante cientos de años!
Petra, además, nos brinda con grandes momentos, como la soledad y el silencio en frente de la historia del mundo moderno. Fascinante fue estar delante del Tesoro en plena noche, sin turistas alrededor y mirando a las estrellas que iluminaban una de las mayores maravillas jamás construidas por el hombre.
El segundo día tuvimos el placer de compartir varias tazas de té con un grupo de beduinos que venden en los tenderetes en frente del Teatro. La historia fue así: al finalizar un día de más de ocho horas de caminatas, por segunda jornada consecutiva se nos hizo de noche en la bajada de uno de las caminatas a las alturas de Petra.
El fin de semana fue completo con una noche en el desierto de Wadi Rum, visitando los territorios de Lawrence de Arabia, entre interminables montes rocosos y dunas de arena rojiza, similar a la de los desiertos australianos; puesta de sol, noche en el campamento, backgamon a la jordana, un planetario sobre nuestras cabezas, amanecer y camino de vuelta a Israel...
Con esto, el que quiera saber más sobre Petra, le recomiendo que venga a visitarme y siga las instrucciones de cómo llegar a Petra desde Tel Aviv, ida por el paso fronterizo de Allenby-Rey Hussein, vuelta por Aqaba-Eilat.
Para acabar, algunas fotos de cómo pasé puente de la Constitución española:
¿Pero para visitar Petra se necesita ver la peli esa de Indiana Jones? ;-)
ResponderEliminar¡¡¡¡Galdes!!!! ¡Te doy hasta finales de año para verla! Fíjate que estoy hasta pensando en negociar con ver yo "El día de la bestia".
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