Da gusto empezar una nueva etapa así. Durante las últimas dos semanas, vosotros, mi gente, me habéis demostrado un montón de cosas, todas buenas y que son imposibles de explicar aquí. ¡gracias a todos!

En fin, que el objetivo de esta entrada es fardar de mi depedida de mozuco cántabro, porque ello lo merece. Carlota, la incansable Carlota, grandísima amiga desde que lo empezamos a ser en COU, fué el gancho. Quedó conmigo para contarme algo importantísimo. Y ahí aparecísteis todos vosotros, porque los pocos que faltábais también estábais, como me recordó mi hermana en todo momento. Me vestísteis con mi traje tradicional de montañés de cuando tenía cuatro años, me disteis chupitos rumanos por un tubo (Manu y Mario especialmente) y me llevasteis a comer un cocido. Me organizásteis una yincana sobre mi tierruca, con ese acertijo - muy bueno Covadonga, ¡escríbelo en un comentario! - que hablaba sobre el bolo palma. Y me llevásteis a jugar al juego de la tierruca a la peña bolística San José de Sierrapando. ¡Y todo se desató!
La última semana no ha sido menos. Camping en inmejorable compañía en la playa más mágica en la que he estado, risas en Torrelavega y despedida santanderina organizada por Lucía y el grande de Rafuca. Han sido dos semanas fabulosas. Si queríais que me sintiera orgulloso de vosotros y de mi tierra lo habéis conseguido. Después de esto es muy dificil que algún sitio y algunas personas me parezcan mejores que vosotros. ¡os quiero!